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Con el verano llegan a EEUU las competiciones que premian al más tragón

Hamburguesas, perros calientes, ajos, mayonesa o pasteles, casi cualquier plato o producto es susceptible de ser engullido en una de las grandes tradiciones de las fiestas populares en Estados Unidos, las pantagruélicas competiciones de comida. Una de las jornadas propicias para los amantes de esta especie de «deporte» estadounidense es el Día de la Independencia, […]

Hamburguesas, perros calientes, ajos, mayonesa o pasteles, casi cualquier plato o producto es susceptible de ser engullido en una de las grandes tradiciones de las fiestas populares en Estados Unidos, las pantagruélicas competiciones de comida.

Una de las jornadas propicias para los amantes de esta especie de «deporte» estadounidense es el Día de la Independencia, que se celebró esta semana, y en la que Joey Chestnut, conocido como «Jaws» (mandíbula), batió una marca mundial al comer 74 perros calientes en diez minutos para hacerse con su undécimo título del concurso Nathan’s.

Chestnut, de 34 años, sufrió para batir la marca y tuvo que meterse en la boca alguna que otra salchicha y su correspondiente pan cuando estos parecía que no encontraban sitio ya en el cuerpo del campeón de más de 1,85 metros de altura y 99 kilos de peso.

Esos 74 «hotdog» parecen un reto tan imposible como tragar 6,5 kilos de torta de cumpleaños en 8 minutos, 182 alitas de pollo en 30 minutos, 9,2 litros de chili en 6 minutos, 8 kilos de sesos de vaca en 15 o 20 huevos duros en 84 segundos.

El 4 de Julio es uno de los días grandes de un periodo estival repleto de citas gastronómicas donde lo que prima es la cantidad.

Los hay más agradables, como los que exigen comer tiramisú o helado (bajo el riesgo de sufrir un importante dolor de cabeza) y también de jalapeños, o, incluso, criadillas de toro, que durante 35 años fueron el plato principal del denominado «Festival del Testículo» en Montana.

En Miami es popular el «Croquetazo», en el que, en plena celebración del carnaval, se invita a aficionados y profesionales de esto de engullir sin respiro la receta de las croquetas al contundente estilo local.

Y sí, hay profesionales de esto de comer a dos carrillos, y Chestnut es el número uno de la clasificación de la Major League Eating (MLE), que reúne y representa a los principales «comedores», que pueden ganar más de medio millón de dólares al año entre premios y patrocinios.

Difícilmente estos profesionales participarían en otros concursos en los que deben engullir pequeños animales vivos.

En una de estas peculiares pruebas, Edward Archbold, de 32 años, murió en 2012 después de ingerir docenas de cucarachas y gusanos vivos en apenas cuatro minutos en un concurso en Florida.

Tras finalizar la competencia, en la que participaron una veintena de personas, Archbold se indispuso y comenzó a vomitar los animales, aunque finalmente murió de asfixia debido a que sus vías respiratorias fueron obstruidas por las cucarachas y las lombrices.

Algo menos repugnante es ver a los participantes meter la cara en las típicas tartas de manzana o grosella para, con las manos en la espalda, comer sin piedad su relleno, para una vez concluido boquear antes de ponerse a la tarea con el siguiente pastel.

La afición por estas pruebas lleva a muchos a publicar en internet tutoriales y consejos sobre cómo mejorar las prestaciones en el concurso, ya sea ampliar la capacidad estomacal y entrenar los músculos pertinentes comiendo mucho los días previos o beber en cantidad en el mismo día de la prueba.

Junto al entrenamiento es vital tener una estrategia, pues cada uno de los más de 20 tipos de concurso de comida requiere de una táctica específica, aunque una de las claves es comer antes las carnes y proteínas y después los carbohidratos, como explica la web especializada Food Challenges.

Consejos y técnicas más que necesarias para hacerse un hueco en el reñido circuito de la MLE que, como si de tenistas se tratara, salen de gira por el país para participar en unos 80 torneos a los que miles de personas acuden a saciar su hambre y animar con entrega a los «comedores» como si de estrellas del deporte se tratara.

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