Día de la infamia

Publicado: 23/03/2022
Autor

Rafael Román

Rafael Román es profesor universitario, miembro del PSOE, exconsejero de Cultura y expresidente de la Diputación de Cádiz

En román paladino

El autor aborda en su espacio todos los aspectos de la actualidad política tanto de España, Andalucía y la provincia de Cádiz.

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Kiev ya espera su hora: La del crimen de guerra masivo de Putin, como en Mariúpol
Así calificó -Día de la Infamia-  el presidente Roosevelt ante el Congreso americano el traicionero ataque del Imperio de Japón a Pearl Harbor  el 7 de diciembre de 1941. Dos años antes, el 1 de septiembre de 1939 Hitler había ordenado la invasión de Polonia.  Estos acontecimientos, que se creían cosas del pasado, que no se volverían a repetir, se han situado en primera línea de la actualidad desde el 24 de febrero de 2022 -otro Día de la Infamia- cuando  Putin da la orden  de la invasión de Ucrania, que reiteradamente había manifestado a cuanto dirigente europeo había recibido en la  extraordinariamente larga  mesa de su despacho para los visitantes poco amigos,  que no se produciría nunca.  La distancia marcaba la imagen simbólica  de la  inmensa mentira.

Desde entonces nunca se ha oído tanto sonido de lenguas eslavas en las televisiones y radios españolas. El ucraniano y el ruso se han adueñado -desde el 24 de febrero- de los medios de comunicación. También  se oye otra lengua eslava, el polaco, hablado por los fronterizos a los anteriores, como principal lugar de acogida de los ucranianos que huyen. Su primera estación en el calvario del exilio.  No nos suenan  esas voces tan armoniosas y familiares como nuestros afines francés, portugués o italiano, pero esos sonidos    vienen acompañados  con rostros de portavoces amenazantes -si son los rusos los que hablan- con gestos altaneros como  los de Lavrov, el ministro impertérrito de Exteriores ruso, o con tono tembloroso -si son  de las víctimas de los ataques con misiles-  o quejumbroso -si son de  las voces de los refugiados que abandonan su país-. Voces que Europa había olvidado se hacen presentes en nuestros desayunos, almuerzos y cenas, en los bares y en las casas  y en las manifestaciones  que han recorrido -aunque no suficientemente- las plazas de nuestro continente.

Ha sido Borrell quién mejor ha definido la situación: “Rusia está cometiendo verdaderamente muchos crímenes de guerra…Lo que está ocurriendo en Mariúpol es un enorme crimen de guerra. Destruir todo, bombardear y matar a todo el mundo de forma indiscriminada.…. Esto es un crimen de guerra, un crimen de guerra masivo que está ocurriendo en Mariúpol”. Antes ha ocurrido en otras ciudades y Kiev ya espera su hora:  La del crimen de guerra masivo de Putin.

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