Alejandro Ramírez | No tanto la exposición, los factores protectores o el tiempo de playa, el secreto de un bronceado perfecto que deja la piel sana es el agua. Un verdadero experto, el profesor
Alessandro Zanasi del Observatorio Sanpellegrino, miembro de la
Fundación Internacional del Agua de Estocolmo, subraya el papel prioritario del agua en la protección de la piel durante los períodos de mayor exposición solar, para promover un bronceado perfecto y duradero.
A estas alturas, entre artículos y consejos, todos conocemos, más o menos, tanto las ventajas como los inconvenientes de la exposición solar, pero pocos han relacionado este factor con el agua, una auténtica revolución.
Tomar el sol ayuda a que nuestra piel se vuelva cada vez más luminosa y apoya al cuerpo en la producción de
vitamina D, favoreciendo el desarrollo del sistema inmunológico, pero es importante recordar que exponerse a los rayos del sol por mucho tiempo o en las horas más calurosas, especialmente en esta época del año en la que su acción es más intensa, puede ser muy peligroso para la salud de la piel.
Qué hacer
Hay una serie de
conductas que, combinadas con la protección y la forma correcta de tomar el sol, pueden evitar daños, a veces realmente graves, en nuestra piel como quemaduras e irritaciones.
Una de ellas es sin duda aumentar el
consumo de agua: «
Cuando la piel se expone a la luz solar, se activa la melanina en su interior, que pigmenta la capa más externa y forma una barrera natural contra los rayos solares para protegerla. Pero para una defensa más eficaz, la acción de la melanina no es suficiente”, explica el profesor.
Para favorecer este mecanismo es fundamental, como decíamos, utilizar
cremas con factores de protección y aumentar el consumo de agua para favorecer la formación de la barrera protectora. “
Tomar una mayor cantidad de líquidos durante los meses de verano es fundamental si queremos prevenir la deshidratación de los tejidos. De esta forma, la piel se regenera más fácilmente, estimulando el sistema de protección del organismo frente a los rayos solares”.
El sol aumenta la necesidad de hidratación
La exposición al sol se traduce en un mayor
consumo de líquidos sobre todo cuando se pasa muchas horas del día en la playa, y es precisamente esto lo que favorece las quemaduras o erupciones cutáneas.
“
La capa más externa de la piel, que tiene la función de protegerla, va perdiendo lentamente la capacidad de retener agua dentro del cuerpo. Esto conduce a una mayor sequedad y menor elasticidad de la piel debido a la deshidratación de los tejidos, lo que pone en riesgo de quemaduras y escaldaduras. Una vez más, la hidratación puede ser un aliado en el proceso de curación de las quemaduras. El aumento de la ingesta de agua ayuda a reducir significativamente los síntomas, restaurando la elasticidad y los niveles de hidratación originales».