Alejandro Ramírez | Saltarse el desayuno no es un hábito saludable, ya que es la
comida principal del día y te permite llenarte de energía y nutrientes útiles para afrontar mejor tus compromisos diarios.
De hecho, cuando lo hacemos, corremos el riesgo de experimentar varios momentos de
cansancio, así como caídas repentinas en el estado de ánimo. Sin la cantidad adecuada de energía al despertar, el metabolismo tiende a ralentizarse y el cuerpo puede enfrentarse a diversos problemas y riesgos que pueden cronificarse con el tiempo.
El desayuno ideal es aquel que proporciona al organismo la fuente adecuada y equilibrada de
vitaminas, minerales, fibras y antioxidantes. Debe dar una sensación de saciedad que no nos empuje a tener hambre a media mañana. Debe garantizar la concentración adecuada y un alto nivel de atención y memorización.
De hecho, cuando estemos satisfechos con el desayuno no nos encontraremos consumiendo aperitivos repletos de azúcares y grasas durante el transcurso de la mañana. Algunos
estudios científicos muestran que quienes comen bien por la mañana no tienden a aumentar de peso, lo que reduce el riesgo de obesidad y diabetes. Además, desayunar adecuadamente permite proteger y salvaguardar la actividad del aparato digestivo.
Quienes se saltan el desayuno experimentan momentos caracterizados por
náuseas, mareos y desmayos. Este mal hábito también puede causar daño al cerebro porque sin la cantidad adecuada de azúcar, el cerebro se sobrecarga. Como resultado, no es posible mantener la concentración adecuada durante mucho tiempo. Te ataca el nerviosismo, lapsos de memoria y dolores de cabeza.
En cuanto al desayuno, uno de los dilemas más habituales es: ¿el desayuno ideal es salado o dulce?
Los nutricionistas afirman que ambos están bien. Lo importante es aportar al organismo la cantidad adecuada de
proteína, que sea capaz de saciarnos el mayor tiempo posible y que aporte la menor cantidad de azúcar.
El
error más común es excederse en el consumo de dulces y snacks industriales que son ricos en azúcares y pueden crear una forma de adicción. Así nos encontramos en el transcurso de la mañana con el deseo de comer algo dulce, capaz de satisfacer esta repentina y urgente necesidad.
El desayuno necesita su momento adecuado. Lo ideal sería combinar alimentos dulces y salados, aunque en general, nunca deben faltar los
hidratos de carbono que aporta el consumo de pan integral, bizcochos, tortas de arroz, copos de cereales para combinar con yogur, mermelada, jamón, salmón, frutos secos según el gusto personal.
Lo ideal es
variar lo máximo posible también según la temporada de referencia. Por ejemplo, en verano es excelente centrarse en la fruta fresca con batidos que te permitan llenarte de preciadas vitaminas.