EFE | “La señora del Marfil” fue una de las personas más destacadas de la Edad del Cobre en la península Ibérica, pero durante años se pensó que era un hombre. Una nueva técnica de análisis de los restos ha establecido que era una mujer y, por la riqueza de su enterramiento, ocupaba una posición de liderazgo.
El hallazgo de que sea una mujer es «muy importante porque pone sobre la mesa la realidad de una situación social en la que efectivamente las mujeres parece que eran también líderes», señala a EFE Marta Cintas-Peña, arqueóloga de la Universidad de Sevilla y autora principal del estudio que publica hoy Scientific Reports.
Hace unos 5000 años, la que ha sido bautizada por el equipo que ha hecho el hallazgo como “la señora del Marfil”, tenía entre 17 y 25 años y fue enterrada en una tumba megalítica muy especial en el yacimiento de Valencina de la Concepción-Castilleja de Guzmán (Sevilla).
El enterramiento, comparado con el de otros 1800 individuos de los que hay registros, “destaca de largo como el de la persona con los ajuares más sofisticados, ricos y lujosos”, explica Leonardo García Sanjuán, también firmante del estudio y de la misma universidad.
Sus restos fueron encontrados en 2008 en el transcurso de unas excavaciones de urgencia en una zona donde se había planificado construir un supermercado y fueron datados entre 2900 y 2800 a. C.
El esqueleto estaba completo, pero mal conservado, en especial la pelvis, que es el hueso que se suele utilizar para averiguar el sexo, por lo que se recurrió al examen de varios indicadores morfológicos del cráneo, “que no son tan precisos”, lo que determinó que posiblemente era un hombre.
Todo cambió cuando los arqueólogos andaluces establecieron hace dos años una colaboración con la Universidad de Viena, que experimentaba con un nuevo método de identificación del sexo a partir de análisis de péptidos en el esmalte dental y que para Cintas-Peña “abre una ventana de posibilidades inmensas a la arqueología prehistórica”.
El equipo esperaba la confirmación de que aquellos restos eran de un hombre, pero para su “sorpresa” los resultados decían, sin duda, que fue una mujer. La investigadora recuerda que enviaron una segunda muestra para analizar y estar seguros.
La Edad del Cobre abarca desde 3200 y 2300 a. C, en aquella época había unas sociedades complejas tempranas que aún no tenían una configuración estatal, pero ya aparecen formas de liderazgo más acentuada. Sin embargo, se sabe poco sobre la posición social de las mujeres, resume García Sanjuán.
Estos resultados “son realmente impactantes porque abren una vía de conocimiento y de investigación completamente nueva» que hasta ahora no se sospechaba, pues en “posiciones de liderazgo político máximo» hay una mujer, destaca.
La tumba de la “señora del Marfil” era individual, en un momento en que los enterramientos solían ser colectivos, y en ella se encontró un ajuar funerario excepcional, que incluía sendas defensas de elefante africano y asiático, ámbar probablemente procedente de Sicilia y una daga con hoja de cristal de roca y mango de marfil.
Durante doscientos años, la zona alrededor de su tumba fue utilizada como espacio funerario y de culto, pero siempre respetando un espacio de unos 35 metros alrededor, lo que sugiere que la memoria y recuerdo de su existencia e importancia se mantuvo durante al menos entre ocho y diez generaciones.
El equipo destaca, además, que la escasez de enterramientos infantiles, así como la falta de ajuares funerarios asociados a individuos no-adultos, sugiere que los individuos con alto estatus alcanzaban su posición social a través del mérito en vida, y no por herencia familiar.
García Sanjuán indica que el único enterramiento de la Edad del Cobre en la península ibérica que puede estar más cerca del nivel del esta mujer es la tumba de Montelirio, también en el yacimiento de Valencina.
Se trata de un gran monumento megalítico que se construyó unas dos o tres generaciones después de la muerte de “la señora del Marfil”. En su cámara principal había 20 personas, de las que 15 son probablemente mujeres y de las otras no se pudo establecer el sexo.
García Sanjuan relata que cuando se creó este enterramiento también se hizo una nueva ofrenda sobre la tumba de “la señora del Marfil”, que fue “igual de espectacular o más”, con objetos “únicos a nivel mundial”, como una daga de hoja de cristal de roca y empuñadura de marfil.
Este estudio se publica días después de otra investigación que ha establecido que las mujeres también realizaban labores de caza, no solo los hombres, en las sociedades de cazadores-recolectores.
Cintas-Peñas estima que estos descubrimientos y otros que puedan llegar gracias a estas nuevas técnicas de análisis «ponen sobre la mesa la necesidad de revisar y reinterpretar» cosas que se han asumido, a veces, como ciertas, debido a un «importante sesgo androcéntrico».
La investigadora señala la necesidad de «repensar un poco algunas interpretaciones del pasado, algunos modelos, e ir al registro arqueológico con la mente más abierta» para generar un relato que «cuente con todas las personas que vivieron en él».