María Muñoz Rivera | EFE – «¿A qué tú los domingos no descansas de comer? pues por eso yo tengo que estar aquí», dice el modelo Carlos Soler (Granada, 1992) a una de las usuarias del comedor social que abre cada domingo en el bar Carmela de Madrid, mientras le da una pieza de fruta. […]
«Hace seis años no era tan común como ahora tener noventa mil seguidores, éramos muy pocos», dice sobre su experiencia en las plataformas y en cómo convirtió en viral una de sus historias de Instagram en pleno confinamiento.
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Entre sus beneficiarios de cada domingo, hay «gente bien vestida, niños, y también personas muy mayores», mientras que su equipo lo conforman «voluntarios veteranos», comprometidos a fallar solo un domingo al mes, y otros que se inscriben en una lista de Telegram que supera las mil suscripciones.
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Soler, que desde que abrieron solo ha fallado un domingo por enfermedad, tiene claro como objetivo «poder tener una infraestructura propia» donde realizar su proyecto. «Hablaba de ‘Un domingo solidario’ como un pequeño proyecto, pero, en realidad, es algo muy grande», reconoce.
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