Asegura que no sigue ninguna pauta ni a expertos en materia de redes sociales, pues es autodidacta, y se guía por lo que ha aprendido en este tiempo que «funciona» y, fundamentalmente, por lo que le divierte.
Así, ironiza sobre los clientes que preguntan sobre todos los postres para terminar pidiendo un café, sobre la costumbre de elegir siempre la mesa sucia o hacer un chiste gráfico dedicado a aquellos consumidores que van de «sobrados» y son los primeros en pedir descuentos.
Además, combina sus publicaciones con píldoras de actualidad en los que en estos días no ha faltado ni el oso «perjudicado» de la Cabalgata de Reyes de Magos de Cádiz a modo de cliente pesado que pregunta si puede entrar justo cuando están echando la persiana de cierre, ni los problemas en las plantillas por la oleada de contagios con ómicron.
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Y es que el coronavirus ha supuesto un antes y un después para esta profesión que «al estar de cara al público siempre pagamos el pato», lamenta Soriano, pues ahora, en algunas localidades, tienen que lidiar con los clientes que quieran (o no) mostrar su pasaporte covid.
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Si en su «hobby» en las redes sociales está siendo autodidacta, aprender a trabajar detrás de la barra del bar fue otro proceso bien distinto que inició por probar en unas fiestas de verano y que con sólo 16 años convirtió en su profesión, después en su forma de vivir y ahora en su herramienta para triunfar como «influencer».
Ha trabajado, casi siempre en Alzira, porque es muy de su tierra, pero en diferentes tipos de locales, desde restaurantes a cafeterías a establecimientos franquiciados.
POR QUÉ NO HAY CAMAREROS
Como profesional del sector, asegura que «camareros hay», si bien «después de la pandemia, cuando ha habido más tiempo para reflexionar, muchos se han dado cuenta de que no quieren este trabajo que les consume la vida», reflexiona.
Estos malos horarios, protagonistas de muchas de sus publicaciones, se suman a que la mayoría sólo tiene un día de descanso semanal y de que «muchas horas extra no se cobran».
Por eso, la falta de personal que han denunciado desde el sector, se debe a su juicio a que hay «mucha gente que ha cambiado de oficio o se espera a irse a algún sitio con mejores condiciones», remarca.
Asegura que las oferta para trabajar en Irlanda que divulga en su stories de Instagram tienen bastante éxito, lo que demuestra «que sí hay camareros y sí hay gente que quiere trabajar, pero con condiciones que merezcan la pena».
De momento, le compensa vivir de la hostelería por la parte «social» que tiene, como hablar con los clientes y, sobre todo, por la camaradería con sus compañeros, convertidos en amigos.
Así que su futuro pasa por seguir siendo camarero, pero a media jornada real, para no perder el contacto con su profesión y sus clientes, seguir viviendo experiencias, pero poder dedicar más tiempo a su alter ego @soycamarero, que tiene en mente «cosas muy bonitas» que no puede ejecutar por falta de tiempo.
@soycamerero seguirá así en la barra del bar y en la de Internet mostrando la realidad, con mucho humor, de un sector inmerso en una profunda revolución y que es la forma de vivir de millones de españoles.