María León- EFE – Desde pequeña, la estadounidense Jessica Cox odió la palabra «discapacitada». Haber nacido sin brazos para ella es más una «ventaja» que una «desventaja», algo que la llevó a convertirse en la primera piloto sin brazos de aviones deportivos ligeros y la primera con licencia en todo el mundo. «Cuando vuelo me siento libre, […]
María León- EFE – Desde pequeña, la estadounidense Jessica Cox odió la palabra «discapacitada». Haber nacido sin brazos para ella es más una «ventaja» que una «desventaja», algo que la llevó a convertirse en la primera piloto sin brazos de aviones deportivos ligeros y la primera con licencia en todo el mundo. This week I had the opportunity to share Possible Thinking with people in #Korea. Watch the interview: https://t.co/X0J5gYtAeN
Cox nació sin brazos debido a una rara malformación congénita. Sin embargo, esto no ha sido obstáculo para realizar con sus pies actividades diarias como vestirse, comer, escribir, maquillarse.
Desde pequeña busca ser independiente, a pesar de las miradas curiosas de la gente, a las que, afirma, está acostumbrada.
«Algunos creen que los pies son algo sucio porque tocan el piso o están dentro de tus zapatos, hay toda una gama de reacciones», agregó.
Cox no ha utilizado prótesis desde que tenía 14 años. Es capaz de conducir su coche, que no cuenta con ningún tipo de modificaciones especiales. También posee un permiso de conducir sin restricciones y escribe 25 palabras por minuto en el teclado.
Siguiendo los consejos de su padre, la joven decidió aceptar la invitación que en 2005 le hicieron para volar, a pesar de su miedo a los aviones.
Después de tres años de entrenamiento y varios instructores, Cox obtuvo su licencia de piloto, el 10 de octubre de 2008, por lo que está calificada para pilotar aviones deportivos ligeros que alcanzan una altitud de hasta 10.000 pies.
Con una licenciatura en Psicología por la Universidad de Arizona, Cox se dedica a recorrer EEUU y el mundo, compartiendo su historia de superación personal.
Mientras desayuna y unta mantequilla al pan con sus pies, asegura:
«Haber nacido sin brazos ha sido más una ventaja que una desventaja».
En 2015, Cox publicó el libro autobiográfico «Disarm Your Limits» (Desarma tus límites), donde narra los problemas a los que se ha enfrentado y cómo los ha superado.
Uno de esos escollos fue la toma de decisión sobre abandonar las prótesis.
Asegura que las «odiaba» porque eran muy pesadas y además la causa de bromas pesadas en la escuela, donde la llamaban, entre otros epítetos, «niña robot» y «Capitán Hook».
Cuando su familia se mudó a Tucson, decidió ser la «verdadera Jessica«. Y la «verdadera Jessica no utiliza prótesis».
A los 10 años, Cox comenzó a practicar taekwondo. A los 14 obtuvo su primer cinturón negro, convirtiéndose en la primera mujer sin brazos con ese galardón en la Asociación Americana de Taekwondo.
Con su esposo, Patrick Chamberlain, Cox forma un dúo de embajadores de la Convención sobre los Derechos de las Personas con Discapacidad, aprobada en 2006 por las Naciones Unidas.
«Desafortunadamente, los Estados Unidos no forman parte de este acuerdo», lamentó Cox.
Para ella es de suma importancia no solo que se respete a las personas con discapacidades físicas, sino también que tengan mejores oportunidades, sobre todo laborales.
«Mi principal mensaje para las personas que tienen algún tipo de discapacidad física es que no importan los obstáculos, hay una fórmula para ‘manejarlos’, que incluye el deseo, el coraje, la innovación y sobre todo la perseverancia», afirmó.
Su vida, a su vez, inspiró el documental «Right Footed» (Pie derecho), dirigido por Nick Spark en 2015.
«Actualmente puedo decir que para lo único que necesito ayuda es para hacerme una cola de caballo en el pelo, pero estoy trabajando en eso», puntualiza Cox.
— Jessica Cox (@jess_feet) December 15, 2018