“Tras su desaparición terrenal, la mayoría de las veces de forma trágica, algunas energías a las que llamamos coloquialmente fantasmas parecen atrapadas en el ambiente y escenario donde fallecieron, deambulando de aquí para allá, repitiendo los mismos movimientos y actos que realizaron antes de morir”, explica Antonio Pérez, investigador de fenómenos paranormales.
Además de producir una fenomenología de naturaleza paranormal, “algunos fantasmas llegan incluso a manifestarse de forma física, con el objeto de llamar la atención de aquel que por la razón que sea es capaz de percibirlos, tal vez con la intención de comunicarse con esa persona”, señala.
“Los fenómenos paranormales en general y la fantasmogénesis en particular, acompañan al hombre desde el principio de los tiempos”, según este especialista, que debido a una serie de experiencias que vivió, desarrolló desde muy joven una gran pasión por lo intangible y lo desconocido, que desde entonces vuelca en la investigación y divulgación radiofónica de diversos misterios.
“Desconocemos qué es lo que ocurre cuando nos desencarnamos como seres humanos y formamos parte de ese curioso mundo llamado trascendental, el más allá o el mundo espiritual”, señala Pérez en su reciente libro ‘Pon atención, están ahí’, donde describe una serie de historias apasionantes de investigaciones sobre fantasmas.
La ‘madre de las leyendas urbanas’
Una de estas historias más destacadas sobre esas entidades “que están ahí y buscan imperiosamente comunicarse con nosotros” es la leyenda urbana de ‘La chica de la curva’, a la que dedica un capítulo de su libro, preguntándose si ¿será solo una leyenda…?
Antonio Pérez explica que una leyenda urbana es un relato que brota por cualquier sitio, suele ser muy antiguo, y está siempre en continua transformación; se difunde imparablemente por el mundo a través del boca a oído, los medios de comunicación y últimamente a través de las redes sociales, convirtiéndose en una forma contemporánea y muy dinámica de vivir el folclore urbano.
“La ‘madre de las leyendas urbanas’, la gran leyenda, es la aparición de la chica autoestopista. ¿Quién no ha escuchado la historia de la tenebrosa figura errante cerca de una curva peligrosa? ¿quién no conoce al amigo de un amigo que tiene a un amigo que ha sido testigo alguna vez de dicha aparición?”, señala el autor.
Explica que “en los Países Bajos, ya en el siglo XVII, se hablaba de ‘la dama del carruaje’: la historia de un hombre que detenía su carro al ver a una dama a la orilla del camino, a veces veía algo extraño, se detenía y era sorprendido entre la niebla por la dama”.
“El gran susto llegaba cuando el conductor veía que esa mujer portaba en su regazo una especie de extraño bulto, y al acercarse más, comprobaba que ese fardo era su propia cabeza”, apunta.
Pérez señala que esta historia de fantasmas ha llegado hasta nosotros de mil formas distintas, principalmente por la rumorología y actualmente ha cobrado muchísima más fuerza, al ser impulsada por internet.
“La chica o muerta de la curva, también conocida como ‘la autoestopista fantasma’ o ‘la dama de blanco autoestopista’, ha sido parte del folclore mundial desde hace mucho tiempo, y década tras década, suele reaparecer ocasionalmente en relatos de viajeros nocturnos en cualquier rincón del mundo.
“Muchos cuentan que sería el fantasma de una mujer que falleció en un accidente de tráfico, en el mismo sitio donde se aparece. La hipótesis más utilizada sería que, cuando aparece, lo hace para anunciar un peligro inminente, pero existen múltiples variantes a nivel mundial de esta historia”, según señala.
Una historia, muchas versiones
Una versión recogida en España, cuenta que cuatro amigos regresan a su pueblo en un coche a medianoche (dos chicas viajando detrás y los chicos delante), cuando ven a la salida de la ciudad, a una señora ‘cincuentona’ haciendo autoestop. La dama viste con impermeable blanco hasta las rodillas, y un pañuelo blanco cubriéndole la cabeza.
Según esta versión de la leyenda, “los chicos se detienen para recogerla, la señora entra en el vehículo y se instala en el asiento trasero entre las dos chicas, sin decir palabra”.
“Cuando llegan a un cruce donde hay una curva muy pronunciada, la misteriosa pasajera grita: “¡Cuidado con la curva!”, y los viajeros seguidamente reciben un susto aún mayor cuando descubren que la autoestopista incomprensiblemente ya no está en el coche, ha desaparecido”, relata Pérez..
Hay múltiples y diferentes variantes en torno a esta leyenda, como la de un médico que viaja de Baltimore a Nueva York, en Estados Unidos, un sábado por la noche, y que recoge en su vehículo a un jovencita, vestida con un traje largo de fiesta, haciendo autoestop, llevándola al sitio que le indica la joven
“Cuando se está acercando a la dirección que ella le había indicado, una casa con las contraventanas cerradas, la jovencita le dice al conductor “Ya hemos llegado”. Entonces él se gira y ve que el asiento de atrás está vacío.
Pérez relaciona la gran fascinación que ejerce esta leyenda con el hecho de que "el ser humano tiene una imperiosa necesidad de saber qué le espera tras la muerte, desde que es consciente de que su existencia en este plano terrenal tiene fecha de caducidad".
Considera que este tipo de manifestaciones fantasmales, que a través de los siglos se han ido produciendo de forma reiterativa en diferentes lugares del mundo, quedando plasmadas en todo tipo de escrituras, tienen todos los ingredientes para resultar fascinantes y perpetuarse.
Desde una dimensión desconocida
"El que 'la chica de la curva' venga de ese lugar o dimensión desconocida a la que denominamos ‘el más allá’ para alertarnos de un peligro inminente, que a ella le costó la vida, puede dar respuesta a algunas de nuestras incertidumbres sobre que ocurre cuando nos desencarnamos como seres humanos”, según este investigador.
Pérez reconoce que al principio era escéptico respecto de la verosimilitud de la historia de ‘la chica de la curva’, hasta que en 1981, participó en programa de radio en Murcia, España, enfocado en esta leyenda urbana.
Recuerda que en aquel programa recibieron alguna llamada, y en las siguientes semanas un número considerable de cartas, todas ellas con el mismo mensaje; el de personas que habían tenido experiencias como las que habían contado por la radio sobre ‘la chica de la curva’.
“En estos casos ya no eran los testimonios de amigos de los amigos contando una historia. Eran hombres y mujeres de toda condición; policías, médicos, abogados, taxistas, camioneros, fontaneros, entre otro, con caras, nombres y apellidos”, señala.
La mayoría de esas personas “afirmaban que habían vivido en primera persona algo muy parecido a la leyenda urbana que les habíamos relatado en el programa radiofónico.
“¡Desde ese día soy mucho más condescendiente con las historias y las leyendas urbanas!”, confiesa.
Además de aquella experiencia, Pérez ha recabado otros testimonios directos, recogidos de primera mano y sobre el terreno, junto con otro investigador, Fran Márquez, que le han confirmado que a veces la verdad supera con creces a la ficción, como una investigación sobre un pueblecito español llamado La Aparecida, (Orihuela, Alicante) que describe en su libro.
Por eso ahora se pregunta “¿son solo leyendas o existe alguna posibilidad de que estas historias encierren algo de verdad?” Y todavía sigue buscando una respuesta a esta pregunta.