Y tal y como está el tema de los autobuses en esta ciudad, mejor que se hubiera ido andando a su casa, después de dar un paseo, ver el panorama, para acabar escribiendo la obra cumbre de su carrera. Y es que Jerez y su red de autobuses pueden provocar historias que superen su febril imaginación. Nada de que una persona se despierte convertida en una cucaracha o de que un ciudadano se enfrente con la burocracia más absurda y envolvente. Aquí, en pleno siglo XXI, el grito de guerra, lanzado por un pescadero de la Plaza y coreado por decenas de personas, es “Jerez es un pueblo y no queremos que lo cambien”. Y no me dirán que esto no lo supera ni Kafka, sobre todo cuando de este grito se pasa directamente al asalto de la delegación de Movilidad, como si fuera una Bastilla jerezana que hubiera que derribar para que esto siga siendo el pueblo que algunos quieren que sea.
Y lo peor no es que la gente aplauda a quien se define a sí mismo con este grito, ya que en un contexto de protesta se jalea hasta la cesta de la compra (la misma de esa señora de 80 años que todos ponen de ejemplo de cómo va a ir andando con la compra del Mercado hasta la Rotonda de los Casinos, pero que nadie se pregunta cómo ha ido toda su vida desde su parada hasta su casa), no, lo preocupante es que no es el único que piensa que Jerez no puede ser una ciudad. Aquí hay demasiada gente que está convencida de que nada debe cambiar o que, si va a haber cambios, que le jodan (con perdón) la vida a otros.
No se trata de pedir que el autobús llegue a la puerta del Mercado de Abastos, ni siquiera ya que se pueda aparcar en doble fila por el bien del negocio (aunque algunos hayan conseguido hasta tres plazas de aparcamiento sólo para su comercio), es que se está llegando al punto de oponerse al carril-bus de la calle Porvera porque los niños del colegio San José tendrían que entrar por la puerta de atrás “y se mojarían al atravesar el patio si llueve”, como han llegado a decir los padres.
Y con actitudes de este estilo (dios, cuánto habría disfrutado Kafka en esta ciudad) se entiende que al final haya quien crea que lo mejor es imponer sus criterios por la fuerza y tomaran el área de Movilidad, aunque los revolucionarios reconocieran que sólo se representaban a sí mismo y que la mayoría de los asaltantes ni eran comerciantes, ni tenían hijos en el colegio San José ni trabajan y, a lo mejor, ni compraban en el Mercado. Eran familiares de conductores eventuales de Cojetusa, empresa que ha querido aprovechar la confusión para echarlos a la calle.
Y en medio de todo este despropósito se encuentra el Gobierno municipal, cuya sensación es la que señalaba en privado uno de sus miembros de “no sé si merecía la pena haberse metido en este tema”, y es que hasta quien quiere impulsar la modernidad de esta ciudad acaba dudando de si se la merece. Afortunadamente, hay quien sí lo cree y seguirá apostando por ello.... aunque sea a costa de algunos jerezanos. Pero una cosa sí han tenido más fácil los socialistas en esta pelea, las hostias (verbales, pero por poco literales) le han caído al de siempre y ya da la sensación de que a Juan Manuel García Bermúdez en el fondo le va la marcha. Ha lidiado con presupuestos, con convenios colectivos, con la Policía Local... ¡no va a poder con un montón de exaltados!.
Mención aparte se merece la oposición. Es lógico que juegen su papel y siempre estén al lado de los ciudadanos cuando estos protesten (aunque en ocasiones demasiado al lado, como Felisa Rosado y Lidia Menacho que a punto estuvieron de entrar hasta Movilidad con la turba), que ya tendrán tiempo, si alguna vez llegan a gobernar, de enfrentarse a quienes a ahora animan a criticar. Eso se entiende, pero no que se pasen todo el día haciendo notas de prensa y cuando se comete un acto de violencia como fue el asalto a Movilidad ni siquera lo condenen. Eso no es kafkiano, es lamentable.
Huelga de ideas caídas
Pero si lamentable han sido estos incidentes, más aún lo es la postura del SIP, quien ha iniciado una nueva huelga de multas caídas. Y lo lamentable no es el paro, sino las formas usadas y el chantaje que algunos de sus miembros quieren hacer no al Gobierno municipal, sino a toda la ciudad. Da la impresión de que con la delegada de Seguridad, Mari Carmen Martínez, han chocado en un hueso duro de roer y su respuesta no está siendo la más adecuada, porque la amenaza de no sentarse a negociar la actividad en la motorada, la Feria o Semana Santa no es atacar al Ayuntamiento, es despreciar a toda la ciudad. Vale que antes la propia delegada les avisó de que “se atuvieran a las consecuencias” y se puede tomar como una amenaza, pero es que ése es el papel que debe jugar una delegada. Nadie en su sano juicio puede ceder ante un chantaje y los policías, como funcionarios que son, lo deberían saber. Como también deberían asumir que con esta postura no sólo están consiguiendo que nadie sepa qué piden (que por cierto es más que razonable, porque reclaman medios para poder trabajar) sino que con cometarios sobre la peluquera no sólo no acercan posturas, sino que las hacen personales y, por tanto, más intrasigentes. Y, no hay que olvidar, en las huelgas, al final, pierden todos.
Urgencias, la Magdalena jerezana y turismo
Decididamente, lo peor del invierno no es el frío, la lluvia y la consiguiente gripe que se pueda coger. Lo peor es que si uno se pone enfermo acaba en Urgencias del Hospital, y eso sí que es grave. Esta semana se han vuelto a saturar, los enfermos esperaban en los pasillos a que tuvieran una cama disponible (se habla de que uno falleció en pleno pasillo, pero nadie lo quiere confirmar), los parientes se agolpaban en una sala que se les quedaba pequeña y todo el personal médico se queja de las horas de trabajo que tienen que hacer para cubrir las carencias. Lo de siempre, salvo que, gracias a dios, esta vez no ha habido agresiones, pero como la Consejería no haga algo el asalto a Movilidad se va a quedar en nada. Y si no al tiempo.
Y tiempo, pero muy poco, es lo que le ha faltado al PP para convertir a AFO (Antonio Fernández Ortega) en el nuevo Magdalena Alvarez de Jerez. Y es que los populares jerezanos son muy fieles al partido y si Rajoy pide la dimisión de la ministra, aquí piden el cese del delegado de Infraestructuras, por la supuesta limpieza de una pancarta del PSOE contra la violencia de género por parte de operarios municipales. Menos mal que el motivo de la pancarta era éste, que si llega a ser, por ejemplo, para pedir el voto, más que el cese reclaman la guillotina para el concejal.
Y no tanto una guillotina, pero si que ha habido un buen corte, o mejor sería decir recorte, en los datos del aeropuerto, con una caída del 19% el pasado año, favorecida también es cierto por la desaparición de muchas líneas de bajo coste. Pese a todo, Jerez sigue apostando por ser un destino único, aunque ya se empiezan a conformar con que sólo sea para los fines de semana.