Hoy Miércoles Santo podría ser el día de las ilusiones rotas, esperanzas destruidas, año de trabajo perdido.
Pero no es así, porque si no fuera por nuestra fe estaríamos desolados ante tanta soledad; si no fuera por nuestro amor no sentiríamos en nuestro corazón este enorme latido de generosidad.
Hoy pedimos a nuestros Sagrados Titulares esperanza y compasión, revivir en nuestros corazones todo aquello que nos une y guía.
Lo pedimos los cofrades de Miércoles Santo. Cofrades que son muy marianos, que aman a su Virgen que les acompaña, ayuda y protege, como Madre que forma parte de sus vidas. Cofrades que rezan a Cristo, un Cristo de Pasión y Resurrección al que veneran en su barrio, un Cristo que vive dentro, muy dentro de cada casa, de cada corazón.
Un cofrade que es Iglesia. Que quiere una Iglesia comprometida, evangelizadora, misionera, misericordiosa, enamorada del Mensaje.
Y, en esta hora del Miércoles Santo estos cofrades están preparándose para llevar a las calles de Málaga su vía crucis, su compromiso. Ahora, las familias vuelven a ponerse la túnica, ceñirse el cíngulo, abrocharse el escapulario, disponer el capirote y rezar unida para dejar el hogar camino de la Casa Hermandad al encuentro de los otros hermanos. ¡Porque ya salimos¡.
¡Y soñemos¡.
Porque allá va, camino de la Málaga nazarena, el cortejo soñado de siete cofradías señeras. Las del Miércoles Santo.
Y sueña que en Las Delicias esta la Madre Mediadora, siguiendo a su hijo Jesus Redentor. La Mediadora de la Salvación. La de la jábega llena de cielo y amor.
Y, en la otra esquina de la ciudad, por Capuchinos, pon tu alma nazarena por que salen a llenar Málaga los Salesianos. El Cristo de las Penas y su madre que nos auxilia en esto días d tanto dolor.
Y tras ellos, la hermandad a la que San Juan le sirve de cobijo. De un Cristo que recibió azotes atados a la columna izado al madero para exaltar la cruz, cruz en la quedó ciego entre tinieblas, en esa vera cruz, expuesto hasta la muerte, mientras a sus pies, su Madre del Mayor Dolor, compartía su agonía.
Sigamos soñando que, cerca de allí, en la Plazuela de San Francisco, la Blanca Paloma de Málaga acompaña a su hijo en el trance de cruzar el Cedrón camino de la cruz. Alas cubiertas de amor, de blanca claridad deslumbradora.
Y al atardecer, en la Alcazaba, que se asoma para ver como Jesus al que llaman El Rico hace a un hombre creer en la libertad y su madre la del Mayor Amor le acompaña inundando el alma en esta noche ensoñada.
Y ahora, en mis recuerdos vuelve el sueño de aquella vez en que me ofrecieron llevarte sobre mis hombros un Domingo de luz y sol cuando te trasladaban a tu casa de Dos Aceras. Y te llevé, Cristo de la Sangre, Cristo de la Lanzada, al que su madre Consuela con sus lágrimas de amor.
Al fin del sueño vuelvo a mi casa. A la que fue, la de calle Pavía. A la que no pudo ser hace unos días, la de los Callejones, Carmen, Ancha. A la que será siempre, la de la austeridad, seriedad, compromiso,
Mater Mea, Benlliure, Padre Granda, Valdemoro, Benemérito Instituto, morados y negros, pasión contenida, testimonio vivo de fe. Mi Cristo de la Expiración y mi Madre de los Dolores. Y los llevaremos por Málaga para que le recen y los entronicen en los corazones. Y, al final del sueño, ya en la madrugada llegará a San Pedro el hijo para recibir a su madre, porque
Una estrella, la más bella
Del cielo se desprendió.
Málaga goza con Ella
Que en el Perchel se quedó
¡¡Y está en San Pedro esa estrella¡¡
Luis Merino Bayona
Ex hermano mayor Cofradía Expiración