La tribuna de Viva Sevilla

Los efectos del tabaco sobre el cerebro y el pensamiento

José León Carrión, catedrático de la Universidad de Sevilla, nos habla sobre los efectos del tabaco sobre el cerebro y el pensamiento

Publicado: 28/10/2020 ·
11:27
· Actualizado: 28/10/2020 · 11:27
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Fumar tabaco probablemente sea la fuente más importante y significativa de tóxicos químicos a los que nos exponemos los seres humanos, en un acto que generalmente se realiza de manera voluntario. El riesgo es tan alto que la Organización Mundial de la Salud resalta, según las últimas cifras, que fumar mata anualmente más de 10 millones de personas.


Consumir tabaco está asociado con un aumento importante de las enfermedades cardiovasculares y coronarias, como los infartos, la muerte súbita, el fallo congestivo de corazón, la enfermedad cerebrovascular y el ataque isquémico transitorio. A ellos se suman los trastornos vasculares  del tipo de la claudicación, los aneurismas y la ateloesclerosis, que son la causa primaria de la enfermedad pulmonar obstructiva. Las consecuencias de estas enfermedades son muy importantes, hasta el punto de que se estima que los costos médicos y la baja productividad que generan cuestan más de 200 billones al año.


Conviene no olvidar que el riesgo de sufrir una enfermedad cardiovascular en los fumadores es 2,4 veces mayor que en el resto de la población. Según los últimos estudios realizados, los fumadores mueren 13 o 14 años antes que los no fumadores. Fumar de manera continuada, durante muchos años, ha sido asociado por lo científicos con un aumento del riesgo de padecer deterioro cognitivo, afectando claramente a la velocidad de procesamiento de información a la memoria y a las funciones ejecutivas, unas consecuencias que se dan tanto en la población de edad mediana como en los ancianos.


Fumar ha sido un fuerte e independiente predictor de la disminución de la velocidad de procesamiento de la información en las personas. Casi todos los estudios demuestran claramente sus efectos negativos sobre la cognición, ya sea directa o indirectamente. La presencia de hipertensión y de diabetes está también asociada a un importante descenso cognitivo y a tener menores capacidades. Aunque fumar no esté directamente relacionado con la ejecución cognitiva, si se ha demostrado su incidencia en una peor memoria verbal y en un deterioro de la velocidad visual.  


Ha habido otros estudios que hemos de tener en cuenta y han concluido que mantener la salud cognitiva es más común en adultos ancianos sin historia de fumar tabaco que los que sí tienen una trayectoria como fumadores en algún momento de su vida. También están muy reconocidos por la comunidad científica los estudios que han asociado fumar y un riesgo más acelerado de demencia.


El tabaco tiene una alta mezcla compleja de componentes, muchos de los cuales se sabe que tienen efectos tóxicos sobre los sistemas cerebrovasculares y pulmonares. Y también hay suficientes datos y evidencias a nivel epidemiológico para concluir que los adultos que tienen una trayectoria como fumadores sufrirán una reducción de sus funciones cognitivas, con cambios preclínicos en el cerebro de distinta índole, como atrofia, infartos silenciosos, función cognitiva acelerada, declinar cognitivo acelerado, con menor memoria verbal y velocidad de procesamiento. A ello se suma un riesgo incrementado de sufrir demencia, tanto de tipo Alzheimer como vascular. Por lo tanto podemos asegurar que fumar tabaco, unido o no a otras sustancias, hará que nuestro cerebro no funcione adecuadamente y que nuestro pensamiento se pueda ver afectado en qué y en cómo pensamos. Los fumadores tienen más delgada físicamente la corteza cerebral, un hecho que afecta a la comunicación neuronal y que no podemos obviar.

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