Arcos

Miércoles de Santísimo del Perdón

La hermandad realizó una brillante salida procesional, con un paso radiante y un desfile impecable

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Procesión del Santísimo Cristo del Perdón.

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89 años cumple este año la hermandad del Santísimo Cristo del Perdón tras su refundación por el gremio de los transportistas. Su salida procesional fue un clamor y un remanso de matices cofrades, comenzando por el casi definitivo dorado del paso, al que este año le han incorporado la crestería. Pero ello no deja de ser un mero dato patrimonial que no puede ni debe eclipsar la devoción que los arcenses profesan a esta hermandad que muestra a Cristo acompañado de su Madre, María Santísima de la Piedad, y San Juan Evangelista.

El imponente Cristo parece rozar sus potencias por el dintel de la Basílica Menor de Santa María de la Asunción, pero la esperada destreza del capataz Raúl Zarzuela se deja notar con la inestimable ayuda de su segundo de a bordo, Damián Márzquez, porque este radiante trono se antoja un barco que navega, despacio, al centro de Arcos para luego surcar de nuevo el casco antiguo.

El cortejo quedó abierto por la cruz de guía que anuncia de inmediato el tramo de niños pequeños acompañados de sus madres y padres. Los numerosos nazarenos de hábito blanco y antifaz y cíngulo morado, con un corazón en el pecho cruzado por siete puñales, caminaron lentamente abriendo paso al Santísimo Cristo, que apareció por el pórtico parroquial a los sones de la marcha real interpretada magistralmente por la banda de cornetas y tambores de Nuestro Padre Jesús de Arahal, que se prodigó en piezas trianeras. Su director haría la 'levantá' bajo el pórtico parroquial.

El barroco paso, elaborado en los talleres de Manuel Guzmán Bejarano, se inclinó casi de bruces para descender por las escalinatas de Santa María, cuando en el Callejón de las Monjas y Deán Espinosa no cabía un alma más. Nuevamente, el oficio de los 24 costaleros superó la prueba con creces ante la admiración de propios y extraños. Fue aquí donde el paso mostró su exorno floral en todo su esplendor, con un apretado monte de claveles que alfombra la presencia de María Santísima de la Piedad llorando la muerte de su Hijo.

Dejado el mármol de Santa María, Corredera abajo, el celeste cielo de la tarde se fue tornado en oscuro, en una noche muy primaveral donde los azahares de la larga calle perfumaban el ambiente.

A buen seguro que la hermandad echó en falta este año a su hermano mayor, José Carlos Moreno, actualmente en Brasil por motivos laborales, pero su buen hacer desde la distancia ha dejado huella en esta preciosista estampa que Arcos nos regala cada Miércoles Santo.

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