Reino Unido, tanta paz lleves como dejas en la UE de los 27. Ha llegado el momento de partir peras, y negociar, en una compleja fase de transición, que deparará más de un sobresalto en 2020.
La salida de los británicos del espacio común es un hito histórico; el golpe más contundente recibido por la Unión Europea en toda su historia. Eso hay que asumirlo, superar la fase de luto, del desdén, y afrontar una etapa que, para España y Gibraltar, puede ser una gran oportunidad. No, no estoy hablando de aprovechar la incertidumbre que ha generado el Brexit entre los
llanitos para presionar al número 6 de Convent Place, sede del Ejecutivo de Fabian Picardo. No. El método del palo y la zanahoria pasó a la historia. En el siglo XXI, hay que buscar otro tipo de soluciones que este nuevo escenario plantea. Dejemos tranquilos a los gibraltareños, que además votaron en un 96% contra el Brexit, y busquemos alguna solución satisfactoria.
Todo el mundo entiende -también en el Peñón- que Gibraltar es una prioridad para España. Es una de sus líneas rojas. Ningún Ejecutivo de Madrid renunciará jamás a la soberanía del territorio. De hecho, el Palacio de Santa Cruz recuerda que cualquier extensión a Gibraltar del futuro pacto entre Bruselas y Londres depende de España, que tiene derecho de veto. Está claro. Pero, ahora, es momento de diálogo. Existen precedentes. El ministro Moratinos, de la mano de su entonces secretario de Estado, Bernardino León Gross, plasmó en los Acuerdos de Córdoba de 2006 una vía de cooperación y entendimiento, que resolvió el problema de los pensionistas españoles en Gibraltar, el uso compartido del aeropuerto, y hasta la apertura de una sede del Cervantes (ya cerrada) en el Peñón.
Los interlocutores ahora son otros. El momento es muy distinto, pero el foro tripartito que se alumbró en la ciudad de la Mezquita fue una buena herramienta, que engrasada de nuevo, puede convertirse en una potencial vía de acuerdos que, primero, aporte normalidad a un Gibraltar
postbrexit, y luego, prosperidad para su comarca vecina, que requiere de la atención de todo el Gobierno de Pedro Sánchez, no solo del Ministerio del Interior.