Messi versus espíritu olímpico

Publicado: 07/08/2021
Autor

Pedro García Vázquez

Pedro García es periodista. Director de Informativos de 7 Televisión y Publicaciones del Sur

Absit Invidia

Con la esperanza de ser entendido por lo que pone, y por lo que no. Eso sí, sin ánimo de ofender ni en castellano, ni en latín

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El fútbol profesional juega con mis emociones. El deporte olímpico me emociona.
Cuanto más conozco el fútbol profesional más quiero al deporte olímpico. El primero juega con mis emociones y el segundo me emociona. Basta un ejemplo contundente, coincidente con los Juegos Olímpicos. El ‘caso Messi’ demuestra que el fútbol español ha vivido por encima de sus posibilidades, más ahora con las limitaciones de aforo en los estadios provocadas por la pandemia. Todo ha sido un esperpento. Primero, un jugador de su talla que se queda sin contrato. Luego, la negociación para reducir sus emolumentos y, por último, el sorprendente anuncio de que no seguirá. Y el aficionado, atónito, sin dar crédito, y lo que es peor, sufriendo. Veremos a Messi en otro equipo en apenas un mes y comprobaremos que su amor pretérito cambia en un pispas. Cristiano Ronaldo ya marcó ese camino en el que el fútbol profesional perdió sus valores fundamentales, esos que precisamente defiende el espíritu olímpico.

Cuando -como es mi caso- uno se emociona hasta el llanto al ver subir a lo más alto del podio a un deportista español, realiza una expresión del sentimiento máximo al comprobar que personas sencillas y normales logran el sueño de su vida gracias a la deportividad, el sacrificio personal y a una voluntad firme para conseguir sus objetivos, bases del espíritu olímpico. El deportista que participa en unos Juegos traslada una emoción al aficionado de la ya que carece el fútbol profesional, que solo aporta pasión, tensión, euforia y desaliento.



Incluso, hasta en la manera de expresarse no hay parangón. El futbolista ha adquirido un lenguaje vacío, cada vez más similar al político-administrativo de nuestros responsables públicos. El objetivo es no meterse en líos ni dar grandes titulares polémicos. Limita sus apariciones ante la prensa. Los gabinetes de comunicación de los clubes imponen quién habla con los periodistas y en qué momento.

Al contrario, el deportista olímpico -lo estamos viendo estos días- no esconde su emoción. Llena la pantalla con su alegría y no mide cada una de sus palabras. Dice lo que piensa y, lo que es más importante, lo que siente. La metáfora del deporte olímpico incorpora a nuestras vidas valores esenciales. Lo importante no es llegar a la meta, ni siquiera el triunfo; lo importante es todo el proceso, todo el esfuerzo y el entrenamiento que permite alcanzar sueños y superar retos. Cada día afrontamos nuevos desafíos en nuestra vida. El deporte, basado en la superación y el compañerismo, nos ayuda a ser mejores. Conviene no olvidarlo, aunque sea en el descanso de los partidos de Liga.

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